Érase dos veces el barón Lamberto:
Anciano, muy anciano es el barón Lamberto. Y rico, muy rico: ¡riquísimo! Y está enfermo. Padece exactamente veinticuatro enfermedades, y sólo Anselmo, el mayordomo, las sabe de memoria. Hasta aquí, todo es normal, o casi. Pero un buen día el barón contrata a seis personas para que reciten su nombre continuamente, día y noche, sin parar. ¿Por qué? Es un secreto de la antigua sabiduría del Egipto de los faraones. El caso es que, desde entonces, todo empieza a cambiar. ¡Y de qué manera!.
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