BIBLIOTECA CEIP ALFAGUARILLA ALFACAR

lunes, 20 de febrero de 2012

Discurso de Federico García Lorca al inaugurar la biblioteca de su pueblo.

Discurso de Federico García Lorca al inaugurar la biblioteca de su pueblo.
http://www.universoabierto.com/6011/pretextos-discurso-de-federico-garcia-lorca-al-inaugurar-la-biblioteca-de-su-pueblo/
Medio Pan y un Libro.
Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.

“Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

miércoles, 8 de febrero de 2012

El pájaro miarro


Este otro cuento ocurrió también en los campos de mi pueblo y es un cuento más de zorras y pájaros que no sé yo muy bien por qué, pero no acaban de ser amigos nunca.
Y es que la zorra gusta de comerse cuanto pajarito alcanza a cazar y estos pajaritos tienen buen cuidado en ponerse lejos de la zorra y es que..... menos mal que las zorras no pueden volar porque si no vete tú a saber si quedaría algún pajarito en el mundo que lo pudiese contar.
Pues bien no me entretengo más y cuento ya lo que venido a contar que es el cuento del pájaro miarro que una mañana se despertó helado bajo la escarcha..... Pero no, no era así como comenzaba este cuento.....que os cuento.





Comienza este cuento una mañana muy fría de un invierno, allá en mi pueblo de mucho frío, mientras en viento aúlla a lo lejos y se deja venir un viento gélido que parece que viene del polo. Tantisimo frío hacía que un pajarito amaneció helado bajo la escarcha, tan helado que no podía andar, moverse y mucho menos echar a volar.
En esto que una zorra que vivía cerca se levantó hambrienta y comenzó a olfatear por si encontraba alguna pieza que llevarse a la boca.
Vio al pájaro, se dio cuenta de lo que le pasaba y se acercó.
Sin la menor lástima se dijo:
-¡Ah , que buen desayuno voy a tener esta mañana!
Se disponía a comerse al pajarito cuando éste le suplicó:
-No zorra, no me comas aún, mira que estoy helado y te sentaré mal y te dolerá el estómago. Será mejor que esperes un poco para comerme. Ponme primero al sol que me seque un poquito; después podrás comerme.
Esto hizo la zorra que creyó lo que le dijo el pájaro. Tenía mucha hambre y sólo pensaba en lo que tardaría y en el momento de comérselo.
Paso un rato, el pajarito que ya estaba seco por el lado que le daba el sol le dijo:
-Dame ahora la vuelta para que me seque por el otro lado. Después podrás comerme.
Con cuidado cogió la zorra al pájaro, así lo hizo y le dio la vuelta.
Paso un rato, el pájaro se encontraba ya seco y la zorra más hambrienta a cada momento que pasaba se disponía a comérselo.
Por último- dijo éste- para comerme has de decir bien alto por tres veces:
-Pájaro miarro comí, pájaro miarro comí, pájaro miarro comí.
Eso mismo hizo la zorra deseando como estaba de comenzar a comer, grito bien alto:
-Pájaro miarro comí, pájaro miarro.....................
Mientras tanto el pajarito ya bien seco echó a volar, voló libre, volaba feliz, más feliz que nunca de ser pájaro, de tener alas, mientras gritaba también el:
-A otro será que no a mí, a otro será que no a...


Hasta aquí este cuento que me contaron y yo te cuento a ti, para que sepas tú lo que paso aquel año que hizo un invierno tan frío y aquella mañana que la zorra quiso comerse al pobre pajarito, que se había quedado helado bajo la escarcha.

Popular Puebla de Don Fadrique
Versión Ángel Gutiérrez Rubio

Invierno para beberlo Vicente Huidobro

El invierno ha llegado al llamado de alguien
Y las miradas emigran hacia los calores conocidos
Esta noche el viento arrastra sus chales de viento
Tejed queridos pájaros míos un techo de cantos sobre las avenidas

Oíd crepitar el arcoiris mojado
Bajo el peso de los pájaros se ha plegado

La amargura teme a las interperies
Pero nos queda un poco de ceniza del ocaso
Golondrinas de mi pecho qué mal hacéis
Sacudiendo siempre ese abanico vegetal

Seducciones de antesala en grado de aguardiente
Alejemos en seguida el coche de las nieves
Bebo lentamente tus miradas de justas calorías

El salón se hincha con el vapor de las bocas
Las miradas congeladas cuelgan de la lámpara
Y hay moscas
Sobre los suspiros petrificados

Los ojos están llenos de un líquido viajero
Y cada ojo tiene un perfume especial
El silencio es una planta que brota al interior
Si el corazón conserva su calefacción igual

Afuera se acerca el coche de las nieves
Trayendo su termómetro de ultratumba
Y me adormezco con el ruido del piano lunar
Cuando se estrujan las nubes y cae la lluvia

Cae
Nieve con gusto a universo
Cae
Nieve que huele a mar

Cae
Nieve perfecta de los violines
Cae
La nieve sobre las mariposas

Cae
Nieve en copos de olores
La nieve en tubo inconsistente

Cae
Nieve a paso de flor
Nieva nieve sobre todos los rincones del tiempo

Simiente de sonido de campanas
Sobre los naufragios más lejanos
Calentad vuestros suspiros en los bolsillos
Que el cielo peina sus nubes antiguas
Siguiendo los gestos de nuestras manos

Lágrimas astrológicas sobre nuestras miserias
Y sobre la cabeza del patriarca guardián del frío
El cielo emblanquece nuestra atmósfera
Entre las palabras heladas a medio camino
Ahora que el patriarca se ha dormido
La nieve se desliza se desliza
se desliza
Desde su barba pulida