BIBLIOTECA CEIP ALFAGUARILLA ALFACAR

domingo, 29 de noviembre de 2009

jueves, 19 de noviembre de 2009

Un cerezo en flor.


Hace muchos, muchísimos años, en un país de Oriente, un hombre pintó un cerezo.




El cerezo era tan hermoso que el hombre dijo:

“Sólo falta que aniden aquí los pájaros”.

Y abrió de par en par las ventanas de su casa.


Tibia sopló la brisa.

Y los pájaros entraron y fueron a vivir entre las ramas.


Pasaron los años y el hombre que había pintado el cerezo envejeció, hasta morir.

El tiempo pasó también sobre la seda destiñendo los colores.


Cierto día, los mandarines descubrieron el cerezo y ordenaron restaurarlo.

Con delicados instrumentos, los artesanos de aquel país de Oriente remarcaron las flores y las ramas.


Pero los pájaros ya no se engañaron.





¨Huellas en la arena¨

María teresa Andruetto. (Pan Flauta, Sudamericana)

martes, 17 de noviembre de 2009

Entonces, cuando en apariencia ya se avecinaba completa desolación

Entonces, cuando en apariencia ya se avecinaba completa desolación, el gemido prolongado de Tía anunció un nuevo parto. Y nació Selene, la Luna. Y, mágicamente, la negrura se despejó. Ella brotó como una flor en la roca árida, o como un manantial en el desierto: sola lumbrera en todo el tenebroso firmamento (porque aún no habían nacido las estrellas).
Pero si bien su hermano era de oro, y sus destellos puro fuego vivo, Selene, la Luna, era de pálida plata; piel fantasmal, que da miedo casi mirarla, al tiempo que fascina y enamora.
También ella atraviesa el cielo en su carro conducido por caballos, o bien montada en una yegua. Toda la noche dura su viaje, tanto tiempo como su hermano permanece durmiendo, oculto, mientras surca las aguas. Y sólo cuando ella acaba su ruta y se sumerge a su vez en el Océano, en el lado opuesto del horizonte, él emerge de nuevo.

Cuentos de la mitología griega V.
En el firmamento
Alicia Esteban y Mercedes Aguirre

http://www.edicionesdelatorre.com/cgi-local/frame.pl?pobsequiot

Entonces, cuando en apariencia ya se avecinaba completa desolación

Entonces, cuando en apariencia ya se avecinaba completa desolación, el gemido prolongado de Tía anunció un nuevo parto. Y nació Selene, la Luna. Y, mágicamente, la negrura se despejó. Ella brotó como una flor en la roca árida, o como un manantial en el desierto: sola lumbrera en todo el tenebroso firmamento (porque aún no habían nacido las estrellas).
Pero si bien su hermano era de oro, y sus destellos puro fuego vivo, Selene, la Luna, era de pálida plata; piel fantasmal, que da miedo casi mirarla, al tiempo que fascina y enamora.
También ella atraviesa el cielo en su carro conducido por caballos, o bien montada en una yegua. Toda la noche dura su viaje, tanto tiempo como su hermano permanece durmiendo, oculto, mientras surca las aguas. Y sólo cuando ella acaba su ruta y se sumerge a su vez en el Océano, en el lado opuesto del horizonte, él emerge de nuevo.

Cuentos de la mitología griega V.
En el firmamento
Alicia Esteban y Mercedes Aguirre

http://www.edicionesdelatorre.com/cgi-local/frame.pl?pobsequiot


domingo, 15 de noviembre de 2009