(Traducción de Cecilia Guillén Pérez)
Tal y como consta en acta, residía en nuestra ciudad una menor de edad
, que, debido al uso habitual de un sombrero rojo típico del lugar por
derecho consuetudinario, se hacía llamar caperucita roja.
Con anterioridad a la puesta en marcha de la afectada, ésta fue
asesorada por su madre con la estricta prohibición del abandono de
los senderos del bosque del distrito local.
El desacato de tal prohibición convirtió su acto en punible, y por la
trasgresión del delito derivado del anterior, consistente en el
derecho a recoger flores, fue a dar con un indocumentado lobo
indigente y sin permiso de residencia.
En ilegal usurpación de las funciones estrictamente públicas, reclamó
el mencionado delincuente, la inspección de los bienes de consumo
contenidos en la cesta de la parte delictiva primera, y con hostiles
intenciones, se aseguró de la disposición de la parte delictiva
primera a dirigirse sin tardanza a casa de su abuela, pariente
consanguíneo de la afectada.
Fue la escasez de víveres en el sector alimentario, que ,de facto ,
situaba a la parte lobuna en delicada situación, la que le instó a
tomar la determinación, previa presentación de documentación
falsificada, de personarse en la vivienda de la pariente consanguínea
de la parte primera.
La abuela, parte tercera, a la que conforme a derecho, le había sido
concedida una baja por enfermedad ocular, no consiguiendo constatar
las pretensiones asesinas del lobo, parte segunda del caso que nos
ocupa, dejó a éste llevar a término el famélico hurto, punible por
deglución de la encamada parte.
La personación posterior de caperucita en la vivienda, hizo que le
parte lobuna falsificara su identidad por simulación de la engullida
abuela, manifestando progresivamente contundentes pruebas de la
presunta deglución de la primera afectada, hasta engullir a la segunda
parte.
El guardabosques de turno, que en el momento del evento percibió
sospechosos ronquidos ruidosos, pudo constatar que la fuente agresora
provenía de las fauces del lobo.
El diligente señor dirigió de inmediato un parte de denuncia de
presunto asesinato a la autoridad competente más cercana, que fue
recogida en sumario.
Seguidamente asestó un tiro de bala al lobo, que falleció a causa del
mencionado impacto.
El estado erguido del impactado despertó en el autor del disparo la
sospecha de que el cadáver contenía personas en su interior. En base a
la referida suposición abrió mediante cuchillo el cuerpo fallecido
para someterlo a examen ordinario, momento en que salieron expulsadas
la abuela y caperucita, aún con hálitos vitales.
Se procedió entonces a una desesperanzada reanimación, que fue
haciendo crecer en ambas partes una fuerza vital no prevista en la
normativa vigente.
El suceso fue registrado en protocolo por los hermanos Grimm.
(Thaddäus Troll, citado en el Süddeutsche Zeitung, v. 18/19.5 1974)
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Checha, 8 de agosto de 2013
http://relatosparaaburridos-
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